Hablando con un Sergio (@delacasa), salió el tema en plan broma, pero luego me quedé pensando y me pareció que valía la pena profundizar un poco más y hacer escribir sobre ello. Y es que aunque no lo parezca, elegir un (buen y estable) trabajo es igual de complicado que encontrar una (buena y estable) pareja.
Esta claro que podemos estar solos, pero al ser humano le gusta la compañía y aparte de satisfacer ciertas necesidades, a muchos, nos gusta compartir nuestra vida con una persona especial.
Lo mismo ocurre con el trabajo. A no ser que partas con cierta ventaja económica, tal y como esta planteado el mundo en el que vivimos, necesitamos dinero para vivir y satisfacer nuestros deseos. Osea que no queda más remedio que trabajar.
Y ambas uniones para que sean duraderas deben cumplir las necesidades de ambas partes y evolucionar al mismo ritmo.
Por lo que… ¿quién es esa persona/empresa indicada que quiera compartir su vida conmigo?
Caso 1: No tienes donde elegir (o lo que a ti te interesa, no le gustas)
Si lamentablemente no tienes mucho donde elegir, no te comes mucho la cabeza. Te quedas con lo que hay en ese momento en el mercado, y/o te contentas con lo que has conseguido e intentas ser feliz o intentas ir mejorando con el tiempo.
En el tema personal, vas al gimnasio a ponerte en forma, te compras nueva ropa… o si lo trasladamos al mundo laboral, buscas formarte más, apuntándote a cursos o leyendo blogs.
Otra solución es ampliar tu circulo de conocidos, haciendo nuevas actividades que antes no hacías o yendo a Meetups, y eventos, para tener más contactos de gente interesante que te pueda abrir nuevas puertas.
Caso 2: Tienes donde elegir
Ya sea porque tengas un cv increíble porque te lo has currado un montón, haya un boom en el mercado de empresas que buscan tu perfil, o simplemente hayas heredado unos genes envidiables y eres Claudia Schiffer (se nota que soy de los 80, eh?)…
Sea el caso que sea, la cuestión es que no tienes problemas para encontrar opciones con quien estar.
Pero, el tener poder de elección, no hace las cosas más fáciles (y que te lo cuente mejor que yo el psicólogo Barry Schwart). Al contrario. Todo se complica.
Estás ya con alguien
Si estás ocupado y te tiran los trastos (ya sea en un bar o LinkedIn), normalmente pueden darse 3 situaciones.
- Estás super content@ con tu vida y no necesitas ningún cambio. Educadamente dices que aunque te sientes muy honrado porque hayan pensado en tí, no estás disponible.
- Aunque no estés del todo bien, como dice el refrán: «Más vale malo conocido que bueno por conocer«. Puede que tengas miedo al cambio, por lo que te quedas donde estás. Puede que dentro de algún tiempo te arrepientas, aparte de que no estas dando lo mejor de ti y eso se nota.
- No estás bien, y aunque llevabas tiempo pensándolo no te habías atrevido a hacer nada. Pero ahora, puesto en bandeja… te lanzas. Y es que además a muchas personas, las cosas nuevas les atraen más.
Un consejo gratuito tanto para empresas o parejas: hay que currárselo para que las personas estén en esa situación número 1.
No estás con nadie
Puede que en este momento no tengas ningún compromiso. A lo mejor de vez en cuando, haces algo ocasional, pero te habías dado un tiempo para tí. Para pensar realmente que es lo que quieres y necesitas y elegir bien esta vez sin precipitarte.
Y es que es un rollo volverte a involucrarte en una relación que no acaba siendo como esperabas, ya que el desgaste emocional es alto y se pierde mucho tiempo (Perdón! No se pierde, se usa en aprender).
Sobre todo si no es la primera vez y has estado ya en ese punto en otras ocasiones, quieres que esta vez sea la elección correcta.
¿Cómo sabemos que estamos hechos el uno para el otro?
Lo ideal es irse conociendo poco a poco antes de zambullirse en algo más serio. Pero eso, ya sea porque estás ocupado y tienes que dejar lo que tienes antes o por cómo esta planteado el tema laboral en España que firmas un contrato antes de empezar, es complicado.
Y es que nadie elige algo pensando en coger lo peor para si mismo.
Lo normal es pensar que estás haciendo una buen elección y que era eso lo que querías.
Pero la verdad no llega hasta la mañana siguiente: «Sin maquillaje, sin peinar y con el pijama arrugado». (Sorry por el micromachismo)
Muchas veces, es un problema de expectativas demasiado elevadas. O las has generado tu y luego no las estás cumpliendo, o al contrario. Te lo habían vendido muy bien, y esperabas mucho más por cómo te habían contado que era.
Otras veces, normalmente cuando se es más joven, si no tienes muy claro que es lo que necesitas, coges lo primero que te ofrecen. En ese caso, sino aciertas, la relación dura poco porque como ves otras cosas en el mercado que te atraen más, cambias.
Y si ya eres un poco más mayor, y tienes más claro lo que te gusta y necesitas (o tienes tus manías) sueles ser más selectivo. Buscas algo más profundo, con unos principios que se ajusten a tu manera de ver la vida.
También pueden influir aspectos externos.
Puede que no se esté en la misma ciudad, y la distancia influya en que la relación no funcione.
O que el entorno que le rodea (sea familia, amigos, compañeros de curro o un jefe insoportable) no sea el adecuado, y dado que la ideas es pasar muchas horas juntos, no es algo que estemos dispuestos a soportar.
Si tenemos cargas añadidas en común con la otra persona (familia, hipoteca…), la decisión es mucho más difícil, teniendo que balancear muy bien todos los factores para decidir si merece la pena el cambio. Sobre todo si tenemos personas que dependen de nosotros.
Pero algunas veces ocurre, y se da el milagro mágico de que encuentras eso que estabas buscando.
Vale, pero ¿cómo hacemos qué duré?
Somos mayores. Sabemos que no todo puede ser siempre bonito. Siempre habrá días y momentos increíbles y otros que todo irá mal. Porque unos sin los otros no pueden existir.
Y en los días buenos siempre sobra gente. Pero en los malos… están los que están.
Los que de verdad nos apoyan. Y eso debemos valorarlo como se merece. Puede que no sea todo lo que hayamos querido o esperado en nuestra vida (la imaginación a veces juega malas pasadas) pero nos compensa. Y con creces. Porque es algo real, no algo inventado en base a expectativas irreales.
El día que le ves su peor cara y todavía tienes ganas de quedarte, significa que has encontrado lo que estabas buscando.
Si en los peores momentos aun tienes ganas de darlo todo y de estar ahí, es que has encontrado lo adecuado. Y no olvides:
Como en cualquier relación, esto es un juego de dos partes.
No esperes que todo lo tenga que hacer la otra, porque no va a funcionar. Debes seguir poniendo de tu lado cada día, luchando por mantener eso tan bonito que habéis conseguido.