Aspectos de la inteligencia emocional

Durante años para medir la inteligencia de una persona solo se basaban en test que probaban su coeficiente intelectual, en concreto en las áreas de matemáticas y leguaje. Pero el destacar en determinadas materias, no auguraba éxito en el campo profesional o personal. Poco a poco, y gracias a los adelantos técnicos que han permitido nuevas investigaciones se ha ido viendo cómo las emociones juegan un papel vital en nuestra vida.

Emoción e inteligencia no son términos contradictorios, sino más bien complementarios.

Cuando, R. J. Sternberg, un psicólogo de Yale, le preguntó a varias personas que describieran a una persona inteligente, las habilidades sociales estaban entre los campos más nombrados. La inteligencia social es distinta de las habilidades académicas y juega un papel clave en lo que lleva a la gente a tener éxito en el día a día. (Practical Intelligence and people skills: R. J. Sternberg, Beyond I.Q.)

P. Salevoy, otro psicólogo de Yale («Emotional Intelligence», Imagination, Cognitio and Personality , P. Salovey and J. D. Mayer) que ha mapeado en gran detalle las formas en las que podemos aportar inteligencia a nuestras emociones define los siguientes 5 dominios a la hora de hablar de inteligencia emocional:

Auto-conocimiento

El reconocer que se tiene un sentimiento cuando este surge es la clave es la inteligencia emocional. La habilidad para monitorizar en cada momento los propios sentimientos es crucial para entenderse, y ser psicológicamente estable.

Las personas que poseen esta capacidad de sentir sus emociones guían mejor sus vidas ya basan sus decisiones en ello.

Gestionar las emociones

El punto anterior va conectado con este directamente. El saber gestionar los sentimientos cuando estos aparecen de la forma correcta es clave para ser consciente y consecuente en sus acciones.

La capacidad de tranquilizarse cuando se tiene un sentimiento de rabia, de controlar la ansiedad ante una determinada situación, no estar irritable con quien no se lo merece o no dejarse llevar por la tristeza, es una habilidad que poseen las personas con inteligencia emocional.

Las personas que fallan en esto poseen una vida llena de angustia, sin ser capaces de gestionar los diferentes estados por los que todos en la vida pasamos.

Motivación

El gestionar las emociones al servicio de un objetivo es esencial para prestar atención, auto-motivación en alcanzar algo y creatividad.

Ser capaz de retrasar una recompensa y sofocar la impulsividad, permite que se obtengan mayores triunfos a futuro.

El conseguir el famoso estado de «flow» a la hora de realizar una tarea, va a hacer que seamos mejores en lo que hacemos, y más productivos y efectivos.

Manejar relaciones

Somos seres sociales, cada día realizamos miles de pequeños intercambios con otras personas: al comprar el pan, al usar el transporte público, en el trabajo… El cómo nos comportamos, lo que decimos, cómo lo decimos… influye en lo que trasmitimos a la otra persona.

La popularidad, el liderazgo, la efectividad al tratar con otras personas, son habilidades que residen en la inteligencia emocional. Personas con elevados coeficientes intelectuales, pueden fallar al liderar proyectos porque no poseen estas cualidades.

El coeficiente intelectual y la inteligencia emocional no son competencias opuestas, más bien separadas. Todos poseemos una mezcla de ambas, estando claro que la segunda añade aquellas cualidades que nos hacen ser más humanos.

Las personas tenemos diferentes niveles en cada uno de estas aptitudes, pero no hay que olvidar que el cerebro es plástico y está en constante aprendizaje. Si se quiere, con el tiempo y la práctica se puede mejorar en todas ellas.

Aspectos de la inteligencia emocional

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