Leyendo «El sutil arte de que (casi todo) te importe una mierda» de Mark Manson, me ha gustado esta reflexión que hace sobre la era de positivismo que estamos viviendo. Y es que parece que nuestra cultura se haya obsesionada a expectativas positivas, pero poco realistas: se más feliz, se más sano, más inteligente, siempre brilla el sol…
En estos momentos del corona virus, encerrados en casa, si te metes en alguna red social, parece que sino eres expert@ en hacer galletas, tartas de queso, o sino practicas yoga, o alguna rutina para tener los abdominales perfectos para cuando nos dejen volver a salir, no estás aprovechando tu tiempo.
Nos bombardean con mensajes de que el camino para una vida mejor es más y más (hello capitalismo). Todo tiene que importarnos, pero en realidad remarcan lo que carecemos, apuntando directamente a lo que consideramos nuestras deficiencias o fracasos personales.
Esta fijación con lo positivo, solo sirve para recordarnos constantemente lo que no somos, lo que nos falta, lo que debimos ser, pero nunca llegamos a convertirnos.
Una persona feliz de verdad, simplemente lo es.
Mark Manson
No siente la necesidad de decírselo cada día. O lo eres o no lo eres.
Madurando
Hace un año tomé la decisión de irme a vivir a la montaña, a un pequeño pueblo del Pirineo aragonés llamado Aínsa. Era un sueño de juventud que siempre había querido, aunque un poco distinto (de joven la idea era pasar un año currando en pistas de esquí, muy cool, eh?).
Cuando vivía en Valencia no paraba de echar de menos las montañas (y eso que allí hacía también excursiones), así que, ya que había cambiado el rumbo de mi vida tomando una decisión personal bastante importante, iba a intentar ver si eso que tanto me molestaba de no tener en la playa, era tan importante. Y decidí pasar a la acción y alquilarme una casa aquí.
Un año más tarde, sigo aquí, encantada con la decisión tomada. Claro que hay días que también echo de menos la playa, o mis amigos de alli (y de Zaragoza), pero es mi decisión vivir aquí y estoy contenta con ello.
También hace tiempo decidí dejar de comprar cosas porque sí. No es que no me compre nuuuunca nada, pero veía que tenía demasiado, ropa, zapatos, bolsos… que muchas cosas casi nunca me ponía ni una vez al año, porque acaba poniéndome lo que más me gustaba. Me veía envuelta en una espiral de consumo que no me gustaba, y que encima dañaba al planeta ¿sabes cuánta agua hace falta para hacer unos tejanos?
Por ello, ahora cuando me compro algo tiene que gustarme muchíiiisimo. El estar en un pueblo que casi no tiene tiendas también ayuda ;), pero no olvidar que tenemos casi todo online hoy en día. Aun hay días que si alguien lleva algo que me gusta mucho, aun digo, «Oh, lo quiero!», sintiendo como si se hubiera pasado la oportunidad, pero, ¿sabes algo? a los 2 minutos ya se me ha olvidado.
Otra de las cosas que ha cambiado es la necesidad de «ser reconocida en el tema profesional». Como nunca he tenido un mentor, sino que todo lo que he ido aprendiendo ha sido por mi cuenta, investigando y probando, sentía la necesidad de confirmar que lo que hacía estaba bien.
Cambias de trabajo, ilusionada y con altas expectativas, pensando que por fin vas a aprender un montón, que vas a estar super feliz trabajando con otras personas en las cosas que tanto te gustan de tu profesión, y te das cuenta de que no es todo tan bonito. Claro que algo aprendes en todos lados, pero no lo que esperabas.
Hace tiempo, tuve la posibilidad de dar clases de HTML y CSS en un máster en Zaragoza. Me ponía muy nerviosa al principio pero luego era genial, ver la cara de los alumnos cuando aprendían algo, ayudarles…
Y es que encanta aprender, y compartir conocimientos. Valoro mucho a la gente que comenta sus experiencias, compartiendo lo que ha aprendido en el camino.
Por ello, al llegar a Valencia comencé a mover eventos alrededor de la experiencia de usuario, con la creencia de aprender de cada uno. Pero a veces sucede que a la gente le mueve más el darse a conocer que el hecho de compartir, o el hacer un negocio de ello, cosa que yo no buscaba.
Gracias a eso, me ofrecieron ser profe en otro máster, pero no, no me llamaba y le pase el contacto de una conocida, que parece muy feliz ( y me alegro).
A veces lo difícil es saber decir que no.
Sinceramente mis prioridades no estaban en ese momento ahi, ni lo están a día de hoy.
No tengo esa necesidad ya. Muchas de las mejores personas con las que he trabajado, no son conocidas en el sector y no les importa. No hay que tener fama para ser bueno en tu curro.
Simplemente lo que hay que hacer es disfrutar de tu trabajo y rodearte del mejor equipo
Como dice Mark Manson:
Lo que eres se define por lo que estás dispuesto a luchar. Sino lo haces, es que no lo deseas.
Y en eso estamos 🙂